10 de enero: memoria litúrgica de la beata Mª Dolores Rodríguez Sopeña (1848-1918)
En este día en que clausuramos el año centenario de su muerte, recordamos la relación tan especial e intensa entre nuestros dos beatos, Ciriaco María y María Dolores. El trato entre ambos surgió en Cuba y se afianzó al máximo en Toledo, donde fueron herramientas privilegiadas en manos de Dios para dar a luz y consolidar la obra que aún hoy permanece y permanecerá dando fruto, el Instituto Catequista Dolores Sopeña, en el que están arraigados inseparablemente el Movimiento de Laicos y la Fundación.
Así cuenta ella en su autobiografía la reacción que tuvo el Beato cuando le comunican que lo que para él había sido algo inconcebible en ese momento (la fundación del Instituto), la Voluntad de Dios lo había transformado milagrosamente en una realidad:
"Después llegamos a la Casa de Toledo, donde nos hicieron un recibimiento solemne y espléndido. El Sr. Cardenal Sancha estaba loco de alegría; que cuando le llevaron nuestro telegrama de Roma diciendo: "el milagro está verificado", lloraba como un chiquillo, las abrazaba y no sabía lo que hacer para expresar su alegría..."
Y él mismo confiesa su predilección paternal hacia ellas, facilitándoles todo cuanto estaba en su mano en el momento en el que era consciente de cualquier necesidad de esos "palomarcitos":
"Yo no soy fundador, pero cuando aún reconozco que no soy fundador, Padre sí, y me siento con más corazón de Padre que tú de Madre."
Por lo que ella misma era consciente de que Sancha:
"De esta manera iba haciendo en todas las cosas y acontecimientos nuestra voluntad, renunciando a la suya. Luego solía lamentarse de la debilidad que tenía con nosotras."
Le pedimos al Señor en este día que nos conceda por su Misericordia poder tenerles muy pronto a ambos en la nómina de los santos.
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