Hombre de Iglesia


El Cardenal Ciriaco-María Sancha-Hervás fue, ante todo, un hombre de Iglesia. Es fácil afirmar hoy esto de él, pero le supuso muchos y dolorosos sacrificios. Promovido de la diócesis de Ávila a la sede metropolitana de Santiago de Compostela, no llego a tomar posesión de la misma. Renunció a ella a cambio de una diócesis difícil y peligrosa, como era la de Madrid, creada el 7 de marzo de 1885. Su primer obispo e inmediato predecesor había sido asesinado a las puertas de la misma Catedral de San Isidro, yendo a celebrar la misa del Domingo de Ramos, el 18 de abril de 1886.

Al aceptar la diócesis de Madrid, el futuro Cardenal Primado de Toledo había dicho al Papa “que él no se pertenecía a sí mismo ”sino a la Iglesia, a cuya llamada quería estar siempre atento.

En los seis años que Sancha-Hervás apacentó la joven y necesitada diócesis, se preocupó principalmente de la vida al interior de su Iglesia. Visitó una por una sus parroquias y filiales y, además, creó y dotó 30 nuevas parroquias en la capital. Clero y Seminario fueron sus campos preferentes de acción pastoral. Puso los cimientos y dio comienzo a la construcción del Seminario Mayor, que luego hubo de edificarse en otro sitio, al mismo tiempo que adquiría, en el Barrio de Salamanca, los terrenos para el Seminario Menor.

En Cuba primero, siendo aún joven canónigo, y como Obispo de Ávila mas tarde, el obispo de Madrid había percibido con exquisita sensibilidad donde están el corazón y la vida de la Iglesia y el mimo con que sus pastores deben cuidarlos.

Sin embargo Sancha-Hervás no quiso que se encerraran, ni él ni la diócesis, en la estéril contemplación de sí mismos. Sabía muy bien que la Iglesia esta llamada a la salvación del hombre en su integridad; con razón le llamaron sus contemporáneos “el sociólogo purpurado”. El Papa León XIII había dado el enfoque cristiano y profundo de los problemas humanos y sociales de su tiempo; el obispo se inspiro en ellos para su acción apostólica.

Entre las dificultades de propios y extraños organizo el Primer Congreso Nacional, marcando así un eslabón más en el esfuerzo de buscar el ritmo que exigían aquellos tiempos de grandes transformaciones en la vida social y que, por fuerza, habían de interesar muy de cerca la vida de los verdaderos creyentes.

Sus intervenciones y discursos en torno al mundo del trabajo, su preocupación vigilante por los patronatos obreros, su promoción de las obras asistenciales católicas, fueron también en la misma línea.

La última carta pastoral del ya Cardenal de Toledo es un canto al amor a Jesucristo y a su Iglesia. Plantea en ella con precisión las relaciones entre la cultura y la fe, y reconoce a la cultura secular sus derechos y su puesto en la sociedad. Pero sabe muy bien que la fe puede inculcarse, y encarnarse en la vida la revelación y el evangelio: “Siendo una la fuente y el mismo autor de las verdades racionales y de las reveladas, no cabe entre unas y otras discordia ni contradicción”.

Cardenal Ángel Suquía Goicoechea

Fue Obispo de Almería, Málaga, Arzobispo de Santiago de Compostela y Madrid-Alcalá

Boletín Informativo de la Causa de Canonización - julio de 1985