He comentado en repetidas ocasiones a nivel de conversaciones privadas en los ambientes y circunstancias en que normalmente me muevo en “esta Ciudad sin tiempo”, que hay unas flores que están siempre frescas y lozanas. En estas mismas conversaciones también he podido comprobar que otros muchos hacían la misma afirmación. Todos solíamos terminar la conversación convencidos de que su fresca lozanía es cierta, al menos, desde hace algunos años.
Quise entonces ir más lejos. Quise saber en qué día, en qué mes, en qué año empezaron a cortar de sus ramas estas flores. Con tal propósito me lancé a buscar personas ancianas que también conocieran nuestras flores.
Encontré a muchas ancianitas. Ellas también las conocían y vieron estas flores desde muy niñas. Todas me decían, más o menos, lo mismo que doña Anastasia Jiménez Vicente, 71 años, natural y vecina de Toledo, quien, a mi pregunta, respondió emocionada: “Sí, padre. Yo conozco desde muy niña estas flores frescas”. Y siguió explicándome cómo siempre las hubo. Porque su madre le contó que sus abuelos querían mucho al Cardenal Sancha y éste quería mucho a sus abuelos, porque eran pastores y pobres. Que incluso alguna vez vino a su casa y, como traía mucho frío, se calentó con ellos en al lumbre.
Yo la interrumpí para preguntarle, ¿por qué tanto frío? Siguió enseguida diciendo: Había nevado mucho y el Cardenal vino por nuestro barrio repartiendo entre los pobres mantas y pan que traía en un burro. Por eso él llevaba mucho frío. Cuando murió don Ciriaco-María, mi abuela iba muchas veces a la Catedral y se llevaba con ella a mi madre, que tenía entonces veinte años. Y mi madre me contaba que siempre iban derechas a la tumba del Cardenal y le dejaban flores. Que mi abuela se arrodillaba y le pedía cosas. Cuanto doña Anastasia me fue narrando lo iba corroborando con gestos y monosílabos sus dos hermanos, también presentes en la conversión.
Estoy convencido de que al día siguiente del entierro del Cardenal Sancha, la abuela de doña Anastasia y, como ella, sus vecinas y muchos toledanos comenzaron a poner sobre su tumba, flores que no han cesado de ser colocadas hasta hoy. En el sarcófago del Siervo de Dios hay flores frescas desde hace setenta y cuatro años.
D. Pablo López Oliveros
Fue vicepostulador de la Causa de canonización del Cardenal Sancha.