El Cardenal Sancha y el apostolado de los laicos

Hoy nadie duda que el apostolado seglar sobre todo en su modalidad asociada es un bien para la Iglesia, y por lo tanto una necesidad, considerado como un instrumento pastoral de primer orden para la formación de laicos y la evangelización. Así lo constata el Concilio Vaticano II cuando afirma que «en las circunstancias presentes es en absoluto necesario que en el ámbito de la actividad de los seglares se robustezca la forma asociada y organizada del apostolado, puesto que solamente la estrecha unión de fuerzas puede conseguir todos los fines del apostolado moderno y proteger eficazmente sus bienes». Y así lo corrobora en tiempos más cercanos Juan Pablo II en el número 29 de la Exhortación Apostólica Christifideles Laici.
De la misma manera, hoy día sería impensable en cualquier proceso formativo de laicos no reflexionar e interpelarse sobre la presencia en la vida pública. Quedan ya muy lejos en el tiempo, pero a la vez muy actuales las palabras del Concilio cuando indicaba que «se equivocan los cristiano que consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta que la propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas » (GS 43)

El reconocimiento de estas dos importantes dimensiones eclesiales, el asociacionismo laical y la transformación de lo temporal como algo inherente a la fe, no han surgido de la noche a la mañana, sino que, como todo hecho histórico forman parte de un proceso que hunde sus raíces en épocas anteriores al Concilio Vaticano II. Dicen los expertos en el estudio de la Historia (Kahler), que la realidad histórica no viene definida solamente por el simple curso de los acontecimiento, sino fundamentalmente por la interacción de estos con el crecimiento de la conciencia histórica.

Y es en este sentido en el que el podemos decir que el Cardenal Sancha comenzó a crear conciencia histórica en estos dos campos que tuvieron su culminación en la eclesiología y en la espiritualidad laical que promovió el Vaticano II. Sus intuiciones que se plasmaron en realidades pastorales de mucho calado, es de justicia recordarlo en estos momento en que se acerca el día de su beatificación.

No fueron tiempos fáciles en los que el Cardenal Sancha pastoreó nuestra Diócesis. Tiempos que deben hacer recapacitar a todos aquellos que actualmente piensan eso de que «cualquier tiempo pasado fue mejor». Una ola de anticlericalismo feroz se paseaba impunemente por todo nuestro país impulsada por una intelectualidad sectaria y ciega, en tiempos de resaca colonial como lo califica el historiador Cortazar, que atribuían a la religión el origen de todos los males que afligían a España.
El estreno de la obra «Electra » de Galdós en 1901, en el Teatro Español de Madrid marca el estallido de un movimiento fanático que culmina en la Semana Trágica de Barcelona. Tiempos difíciles para la Iglesia acrecentados, además, por la desunión entre los católicos.

Don Ciriaco María Sancha, hombre comprometido radicalmente para dar respuesta cristiana a la problemática de aquella época, impulsó con fuerza y pese a las grandes dificultades del momento, en línea con la espiritualidad de aquella época, nuevas formas pastorales en relación con el movimiento asociativo, la emigración y el apostolado de la prensa. Las siguientes palabras de un número de la revista «El Mensajero» de aquella época, nos suenan mucho a los que desde hace ya tiempo venimos trabajando por el apostolado asociado de los laicos: «La más preciosa ventaja –decía– es la firme resolución en que estamos los católicos de juntarnos y asociarnos para asegurar buenos resultados».

Sus importantes intuiciones en estos ámbitos de la pastoral se transformaron en importantes realidades, como los Congresos Católicos Nacionales, la fundación del periódico «El Castellano», la Asociación Católica de escuelas obreras, y un amplio abanico de asociacionismo devocional abierto a toda la sociedad sin distinción de clases.

Por todo ello, la gran familia del Apostolado Seglar de nuestra Diócesis, desea unirse al gran acontecimiento de la beatificación del Cardenal Sancha, «hombre santo, que estuvo muy cercano a los más necesitados » en palabras de nuestro Arzobispo, don Braulio; y al mismo tiempo un extraordinario Pastor, que supo adelantarse muchos años en el fomento de realidades eclesiales que hoy tienen plena vigencia.







Luciano Soto García,
Subdelegado de Apostolado Seglar de Toledo.