
De la misma manera, hoy día sería impensable en cualquier proceso formativo de laicos no reflexionar e interpelarse sobre la presencia en la vida pública. Quedan ya muy lejos en el tiempo, pero a la vez muy actuales las palabras del Concilio cuando indicaba que «se equivocan los cristiano que consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta que la propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas » (GS 43)
El reconocimiento de estas dos importantes dimensiones eclesiales, el asociacionismo laical y la transformación de lo temporal como algo inherente a la fe, no han surgido de la noche a la mañana, sino que, como todo hecho histórico forman parte de un proceso que hunde sus raíces en épocas anteriores al Concilio Vaticano II. Dicen los expertos en el estudio de la Historia (Kahler), que la realidad histórica no viene definida solamente por el simple curso de los acontecimiento, sino fundamentalmente por la interacción de estos con el crecimiento de la conciencia histórica.
Y es en este sentido en el que el podemos decir que el Cardenal Sancha comenzó a crear conciencia histórica en estos dos campos que tuvieron su culminación en la eclesiología y en la espiritualidad laical que promovió el Vaticano II. Sus intuiciones que se plasmaron en realidades pastorales de mucho calado, es de justicia recordarlo en estos momento en que se acerca el día de su beatificación.
No fueron tiempos fáciles en los que el Cardenal Sancha pastoreó nuestra Diócesis. Tiempos que deben hacer recapacitar a todos aquellos que actualmente piensan eso de que «cualquier tiempo pasado fue mejor». Una ola de anticlericalismo feroz se paseaba impunemente por todo nuestro país impulsada por una intelectualidad sectaria y ciega, en tiempos de resaca colonial como lo califica el historiador Cortazar, que atribuían a la religión el origen de todos los males que afligían a España.
El estreno de la obra «Electra » de Galdós en 1901, en el Teatro Español de Madrid marca el estallido de un movimiento fanático que culmina en la Semana Trágica de Barcelona. Tiempos difíciles para la Iglesia acrecentados, además, por la desunión entre los católicos.

Sus importantes intuiciones en estos ámbitos de la pastoral se transformaron en importantes realidades, como los Congresos Católicos Nacionales, la fundación del periódico «El Castellano», la Asociación Católica de escuelas obreras, y un amplio abanico de asociacionismo devocional abierto a toda la sociedad sin distinción de clases.
Por todo ello, la gran familia del Apostolado Seglar de nuestra Diócesis, desea unirse al gran acontecimiento de la beatificación del Cardenal Sancha, «hombre santo, que estuvo muy cercano a los más necesitados » en palabras de nuestro Arzobispo, don Braulio; y al mismo tiempo un extraordinario Pastor, que supo adelantarse muchos años en el fomento de realidades eclesiales que hoy tienen plena vigencia.
Subdelegado de Apostolado Seglar de Toledo.