Toledo ha celebrado como cada año el aniversario de la beatificación del cardenal Sancha. En esta ocasión la celebración eucarística ha sido presidida por el vicepostulador de la Causa de canonización del beato, el
sacerdote diocesano don Carlos Miguel García Nieto, con quien han concelebrado don
Francisco José Rodríguez González, párroco de
Las Ventas de Retamosa, el padre José María Ruiz, prior del monasterio benedictino de Montserrat en Madrid, don Francisco Javier Salazar Sanchís, fiscal
general del Arzobispado de Toledo y don Pedro Francisco Rodríguez Ramos,
director espiritual del Seminario Menor de Toledo, junto a un grupo de seminaristas del Seminario Menor "Santo Tomás de Villanueva" que asistieron al Altar.
Acudieron sus fieles devotos, procedentes tanto de Toledo como de otras
ciudades españolas, destacando la presencia de familiares del beato procedentes
de Quintana del Pidio, su pueblo natal. También contamos con la presencia de
una representación de algunas comunidades religiosas vinculadas al beato como
las Hermanas de la Caridad del Cardenal Sancha, las Damas Catequistas y las
Siervas de María; las hermanas de la comunidad trapense se unieron
espiritualmente a la celebración como en ocasiones anteriores, y fueron recordadas especialmente en este año en que celebran el centenario de su
traslado desde su monasterio fundacional de Tiñosillos (Ávila) al actual en
Alloz (Navarra).
Toledo, 18 de octubre de 2014 - 11:00 - Capilla de San Pedro (Catedral de Toledo) |
Don Carlos Miguel comenzó la homilía reconociendo que “todos conformamos una gran familia en torno a sus reliquias, en torno al Beato cuya protección tanto sentimos y de ella nos beneficiamos”.
Continuó diciendo que "el cardenal Sancha ha sido considerado como el gran cardenal de la España
contemporánea" y confesó el agradecimiento que sentimos hacia el Señor "por suscitar hombres de esta categoría en su Iglesia, para su bien y el de todo el mundo". Interpeló a los presentes sobre el motivo de la relación de cada uno con él, la razón por la que acudimos aquí y cuál es la esencia de su persona. Afirmó que nos reunimos "para celebrar la santidad: es un santo, todo en su vida queda marcado por la
santidad", como ilustra el detalle de la dedicatoria que escribe en una foto suya para las Damas
Catequistas: “Les recomienda miren al Cielo. Su padre, el cardenal Sancha”. Reconoció que en esa frase "está condensada su vida y todo su actuar, porque todo en él brotaba de un corazón que no
dejaba de mirar al Cielo".
Desarrolló a continuación los aspectos más característicos de su vida y espiritualidad, que deben ser a la vez la esencia e identidad de todo católico:
"Amor a la Eucaristía. La Eucaristía es el
sacramento del Amor que se humilla para lavar los pies de los más
humildes, eso es lo que hizo el beato durante toda su vida, y lo que le movió a
organizar tantos eventos en los que se distinguió siempre por ser pionero, aunque siempre en la sombra, porque
el amor no es amigo de aparecer ni de aparentar, da vida desde lo oculto. Así son los manantiales, que ocultos dan el agua para vivificar los campos y las gentes. Como Jesucristo presente en el altar y oculto en el tabernáculo,
la del beato Ciriaco María Sancha fue una vida de amor entregada totalmente, que le conduce al nacimiento definitivo
para la Vida eterna, dando la vida por los que más la necesitan.
Amor a la Virgen. Por eso el Dulce
Nombre de María va cosustancialmente unido a su nombre -Ciriaco María- con un apasionado y
tierno amor a la Madre, a la que siempre llevaba en sus labios y de la que siempre dejaba
el consuelo materno en el cuarto del más desfavorecido: cuando entregaba
una limosna, un objeto, una ropa, cuando empeñaba su propio pectoral o
anillo, ahí estaba el nombre de María dulcificando todo; vida, dulzura y
esperanza nuestra, María.
Amor apasionado a la Iglesia. Es
un hombre polivalente, el Señor le dotó de grandes cualidades naturales
pero si en algo se destacó fue por su enorme sencillez y por su amor
apasionado a la Iglesia católica, con una cabeza visible en este mundo que
es Pedro, el Papa, y por lo que fue considerado como el hombre del Papa en España.
Esa fidelidad a Pedro le costó grandes sufrimientos y humillaciones que
llevó en silencio y con alegría, primero en el Cisma de
Cuba y después en lo que podría haber sido otro Cisma en España por una desavenencia entre la Primada y la sede de Sevilla. En todo
momento su guía segura fue el Santo Padre, aquél que debía ser punto de
unidad para toda la Iglesia.
Estas tres notas son las que
deben calar en nosotros, porque son las que distinguen a todo católico, y él las llevó
a su vida con extrema sencillez.
En Dios la perfección es la suma sencillez y en nuestro queridísimo
beato su perfección fue la sencillez, fue un hombre entrañable, si él es
portador de algo es de una santidad deseable, admirable e imitable. La santidad
que nos ha propuesto el cardenal Sancha es una santidad para todos: para niños, adultos, ancianos; para toda raza,
profesión, estado de vida... santidad sencilla
y entrañable, no bobalicona.
El testimonio de los médicos que
lo atienden en sus últimos momentos es conmovedor, padecía un trastorno
gástrico, intestinal y hepático que en estos enfermos conlleva un estado de ánimo entristecido, que les impide sonreír al llevar una molestia casi de manera permanente. Lo que a estos médicos les llamaba la atención era la alegría de este
hombre, que en todo momento estuviese sonriendo y que siempre
tuviese una palabra de alivio, de dulzura, una chanza para alegrar el corazón del
interlocutor, teniendo en cuenta ese padecimiento que por dentro lo afligía, además del reuma que venía arrastrando desde aquellos tiempos siendo obispo de Ávila, cuando cavaba zanjas y edificaba con adobe húmedo -en invierno- el monasterio
de Tiñosillos que estaba fundando.
"Una santidad que se hornea a fuego de amor, sin afán por ser visto: un amor que oculto da vida; esa es la vida y el ejemplo de nuestro Beato, al que nos acercamos llamándole padre. A los sacerdotes también nos gusta llamarlo así, porque es un ejemplo sacerdotal para nosotros".
"Una santidad que se hornea a fuego de amor, sin afán por ser visto: un amor que oculto da vida; esa es la vida y el ejemplo de nuestro Beato, al que nos acercamos llamándole padre. A los sacerdotes también nos gusta llamarlo así, porque es un ejemplo sacerdotal para nosotros".
"Vamos a pedir, por su intercesión, que el Señor nos haga volver a lo
esencial, a la sencillez: que nos vayamos despojando de tantas
capas superpuestas que van empañando en nosotros esa imagen que Él imprimió
cuando nos creó, que es la imagen de su Hijo.
Cuando alguien miraba al Cardenal podía entrever el rostro de Jesús, ojalá que cuando
alguien nos mire pueda ver también en nosotros el rostro de Jesús, tan parecido
al rostro de su madre María"
Al concluir la celebración eucarística, dedicó unos minutos a hacer balance del estado actual del proceso de canonización, informando sobre la presentación recientemente de una curación para su estudio en la Congregación de la Causa de los Santos: "estamos muy esperanzados de que un día sea reconocida como milagrosa, lo cual nos acercaría a su pronta canonización".
También informó sobre la edición de nuevas estampas y trípticos
informativos en seis idiomas para llegar a la mayor cantidad de personas posible, de tal manera que muchos puedan beneficiarse de la intercesión del Beato, porque "el corazón del cardenal Sancha era muy universal, como se demuestra en los distintos acontecimientos de su vida".
Finalmente aprovechó la ocasión para hacerse eco de la presentación el día anterior de una iniciativa diocesana de
Cáritas muy hermosa como es la creación de un nuevo centro de recogida y reparto de
ropa y a la vez futuro economato, al que han querido poner el nombre de
“Centro beato Cardenal Sancha”. Este acontecimiento es especialmente significativo, ya que el beato quiso hacerse todo a todos con ardiente celo
de caridad, como Cáritas, amando a la persona con el mismo amor de Dios, que es
el amor de caridad, el amor cristiano.
Concluyó exhortando a todos a "que este sea el lema de nuestra vida y la invitación
a ser santos, ya que con esta santidad admirable e imitable no tenemos excusa para
no tender con todas nuestras fuerzas a esa santidad que día a día el Señor nos
brinda".
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(Publicado en el Semanario Diocesano del Arzobispado de Toledo "Padre Nuestro" nº1332 de 02/11/2014)
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