El próximo 18 de octubre tendremos la dicha de ver beatificado en nuestra Catedral Primada al venerable siervo de Dios Ciriaco María Sancha y Hervás, cardenal arzobispo de Toledo, primado de España.
Después de los santos obispos visigodos, será el primer arzobispo de Toledo que sube a los altares. Asi mismo será la primera beatificación que se celebra en Toledo tras una dilatada y fecunda historia cristiana. Motivos que suscitan en nosotros el deseo de conocerlo. Pero, además, en su persona confluyen muchas características que lo hacen del todo singular y atrayente para los hombres de nuestro tiempo.
En este breve tiempo que nos separa de su beatificación nos acercaremos, de una manera muy sintética, a aquél que sus contemporáneos denominaron como «padre de los pobres». Dicho título definía a la perfección el alma de un hombre enteramente entregado –hasta la heroicidad– en el servicio a los humildes. «Vivió pobre, murió paupérrimo», reza su lápida sepulcral, apuntando a una forma de hacerse todo a todos con un ardiente celo de caridad. Esa entrega a los pobres estuvo en el origen de la grave enfermedad que le condujo a la muerte.
El pueblo de Toledo, que tantas veces le vio pasear por sus calles rodeado de niños, o tirando de un burrito cargado con ropas y víveres que él mismo llevaba a los hogares más desgraciados, ha reconocido durante este siglo la gran labor que hizo en la ciudad. Nunca ha faltado un sencillo ramo de flores en su tumba. Flores frescas que expresan la gratitud de muchos que vieron en el cardenal su tabla de salvación.
Al cardenal Sancha, que era de una extracción social muy humilde, el Señor le dotó de grandes cualidades, las cuales puso en todo momento al servicio del Evangelio : una gran instrucción y variada cultura, un espíritu apostólico incansable, una admirable devoción y amor al Santo Padre.
Su dulzura, modestia y sencillez de trato, su facilidad de palabra, su caridad admirable, las dotes de gobierno que lo adornaban o el ardor con el que emprendía las empresas más arduas, hicieron de él un prelado modelo.
Su elevación a los altares representará una bendición no sólo para la diócesis de Toledo, sus fieles, movimientos apostólicos, órdenes religiosas... También lo será para aquéllas diócesis por donde pasó –Osma-Soria, Santiago de Cuba, Santo Domingo, Ávila, Madrid-Alcalá-Getafe y Valencia–. Bendición que se extiende de España a América en un abrazo de eterna gratitud por el pastor y modelo de pastores que el Señor nos ha concedido en el cardenal Sancha.