Su fidelidad a prueba


El P. Sancha se queda encargado del gobierno de la diócesis durante los momentos de ausencia de Primo Calvo. A la muerte de éste la sede queda vacante y Sancha la gobierna junto al vicario capitular. Pero la muerte del arzobispo va a desencadenar el violento Cisma de Cuba (1870-1875).
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El gobierno revolucionario de Madrid, del rey Amadeo de Saboya, pretendía colocar la mitra del Arzobispado de Santiago de Cuba, por su cuenta y razón, sin acuerdo alguno con la Santa Sede, en la cabeza de Pedro Llorente Miguel, un soberbio y desdichado sacerdote, chantre de la catedral de Madrid, carente de principios canónicos, escaso en la doctrina teológica sana y seria, y con una conducta moral dudosa. Llorente se encontraba entonces en Madrid, dirigiendo la revista Armonía, de ideas avanzadas y liberales.

Su nombramiento de arzobispo de Santiago salió en la Gaceta Oficial el 12 de octubre de 1872. Debidamente informada la Santa Sede, no dio su consentimiento, por lo que no ratificó el nombramiento y éste careció de las Bulas Pontificias. La Santa Sede, así mismo, envía un escrito el l3 de agosto de 1872, al vicario capitular, José Orberá, pidiéndole que procure con todo cuidado impedir que el Sr. Llorente se mezclara en el gobierno y administración de la diócesis cubana : “El nombrado es indigno por sus principios y por su conducta”.

El gobierno, por su parte, estaba decidido a que se hiciera efectivo el nombramiento del Sr. Llorente como arzobispo de Santiago. A pesar de todas las gestiones hechas por el vicario capitular para evitarlo, el capitán general de Cuba apoyó con toda firmeza lo dispuesto por el gobierno español. El Sr. Llorente se embarca para la isla el 15 de noviembre de 1872.

Su fidelidad a la Iglesia le llevó a defender sus principios, oponiéndose a éstas pretensiones junto con el vicario capitular, José María Orberá. Ambos se manifiestan dispuestos a permanecer fieles a la Santa Sede, asumiendo de antemano cuanto fuera necesario sufrir y padecer.

El vicario capitular escribe una carta pastoral para informar debidamente a los sacerdotes y al pueblo, advirtiendo del peligro de un cisma, si el nombrado por el gobierno arzobispo no presentaba las bulas pontificias. Las autoridades civiles no permitieron la impresión de la carta pastoral. Sancha en carta a una religiosa escribe: “No tenga usted cuidado, porque no hay mejor corona que el padecer por la defensa de la Iglesia y de la religión”.

Antes de apoderarse el obispo intruso del palacio arzobispal, arrojó de sus estancias a Orberá y Sancha y exigiéndoles la entrega de todo lo relacionado con la administración y gobierno del arzobispado. Ambos son detenidos y llevados por la policía y fuerzas armadas al seminario, “poniéndolos en la más rigurosa y cruel incomunicación, sin permitirles recibir ni mandar carta alguna, y desde entonces están con tres centinelas de vista o carceleros, y en habitaciones separadas cuyas ventanas han clavado...” (Carta de Mariano de Juan al nuncio Bianchi, en Madrid)

El penitenciario Sancha, escribe un folleto titulado "Cisma de Cuba, o sea, Gobierno anticanónico de D. Pedro Llorente y Miguel, nombrado por Don Amadeo I Arzobispo de Santiago de Cuba". Esta publicación motivó que a su autor le procesaran y condenaran, al igual que al vicario capitular, por haber publicado una pastoral sobre el mismo problema.
Castillo del Morro (Santiago de Cuba)
Fortaleza de S. Pedro de la Roca

Ambos son encarcelados el 1 de agosto de 1873 en el castillo del Morro (fortaleza de S. Pedro de la Roca) (en imagen) -prisión de condiciones muy duras- donde están internados unos tres meses con vigilancia permanente y armada. Desde aquí los pasan de nuevo a la cárcel pública el 6 de septiembre de 1873, donde mejoran las circunstancias.

El vicario capitular, Sr. Orberá el 22 de febrero de 1874 escribe al nuncio: “El canónigo penitenciario (Sancha, al que de forma reiterada llamará su “fidelísimo secretario”) y un servidor hemos celebrado hoy por primera vez, después de seis meses y veintidós días, la Misa públicamente en la capilla de esta cárcel”. La prisión duró más de nueve meses, hasta la destitución y excomunión del nuevo obispo ilegítimo.


Interior y vistas al mar
Por fin sale la sentencia del Tribunal Supremo: Orberá es condenado a veinte meses de destierro a cinco leguas de distancia fuera de la archidiócesis; Sancha es condenado a estar vigilado durante el mismo tiempo por la autoridad civil…

El arzobispo intruso, Llorente, es expulsado. Un año más tarde, el 5 de julio de 1875, con la Restauración monárquica se acortaron las penas y se normalizan las relaciones entre la Iglesia y el Estado. Es nombrado, de acuerdo con lo pactado entre ambas instituciones, un nuevo arzobispo de Santiago de Cuba.