En la situación actual que nos está tocando vivir ante la guerra desencadenada hace apenas unas horas entre Rusia y Ucrania, cobran plena actualidad las palabras del beato Ciriaco María Sancha, escritas en 1889, cuando era obispo de Madrid-Alcalá, en las que llamaba la atención sobre el ansia de poder y dominio de algunas potencias frente al nulo aprendizaje sobre la Historia de tiempos pasados:
“La conciencia y común interés sociales tenían derecho a esperar otra actitud de las potencias europeas de primer orden, porque ya que arruinan a los pueblos con exorbitantes tributos, y gastan miles de duros en un proyectil, en vez de destinarlos al socorro de ciudadanos infortunados, que sienten hambre y no tienen que comer, y ya que sacrifican todas las energías de la juventud a organizar ejércitos inmensos, a fin de mantener, como ellas dicen, la paz y el equilibrio internacional, parecía llegado el caso de emplear esa misma paz armada para evitar a todo trance la guerra [...] Quizás en días no lejanos tengan que sentir las horribles consecuencias de su egoísmo y de su cruel neutralidad, incompatibles con el derecho público internacional de Estados cristianos. ¿Qué confianza pueden tener en la duración de su apogeo, de sus numerosos Ejércitos y de sus alianzas? ¿No les enseña la Historia, así antigua como moderna, que florecientes reinados e imperios como el de Judá, Babilonia, Persia, Grecia, Roma y otros, llenos de poderío en tiempos pasados, cayeron desplomados con todas sus conquistas, sus artes y sus letras, perdiendo su soberanía y su independencia, para ser tributarios de gobiernos más fuertes, cuya única ley es la ambición y la fuerza? ¿Qué seguridad pueden inspirar alianzas ajustadas para realizar fines puramente terrenos y en perjuicio de tercero?”