Gélida mañana invernal, amanecer triste en Toledo, es
jueves, 25 de febrero de 1909. Desde las 6 de la mañana están doblando a
intervalos las campanas de la catedral y de las iglesias parroquiales. A las
2:30 el corazón del “padre de los pobres” dejó de latir en la
ciudad para comenzar a latir para siempre en la eternidad…
Plaza del Ayuntamiento, Toledo. Vista del Palacio Arzobispal (dcha.) / Fotografía de C. Alguacil |
Así recogía el sentir de la sociedad de la época el diario ABC :
“De cómo el cardenal Sancha ha cumplido en todas partes los
importantísimos deberes de su alto ministerio no es necesario hablar; lo
pregonan sus pastorales, sus publicaciones, y sobre todo, el respeto, la
consideración y el cariño que ha logrado alcanzar de todos sus diocesanos, el
alto prestigio de que gozaba y la simpática popularidad de que era objeto.”
Vista de sesión en el Senado de España |
También en Madrid, el Senado de España, en la sesión del día siguiente
a su fallecimiento, recoge las intervenciones de algunos de sus más ilustres miembros,
quienes no ahorran palabras para enaltecer su persona y reconocer su trascendencia para España,
especificando que “por unanimidad se hace constar en acta el sentimiento de la
Cámara”:
“Su nombre será siempre
recordado en los anales de la Iglesia y en la Historia de la patria como
ejemplar modelo de prelados eminentes y espejo de hombres virtuosos.
Seguramente habrá ya recibido en la eternidad el premio condigno a su celoso
apostolado y a los excelsos beneficios que derramó a su paso por la tierra...”