El pasado domingo 28 de septiembre se despedía de la diócesis de Valencia quien ha ocupado en estos últimos años la sede que en su día pastoreó el beato Ciriaco María Sancha.
D. Carlos Osoro dejando su cruz pectoral ante la Mare de Déu (28/9/2014) |
Mons. Osoro subió al camarín de la Virgen para venerar la imagen, permaneció orando unos instantes y, al final, besó la mano de la Mare de Déu dejando la cruz pectoral a sus pies. A continuación dejó una dedicatoria en el Libro de Oro:
El día 18 de abril del año 2009, venía por vez primera a visitar a la Santísima Virgen María en la advocación entrañable de Mare de Déu dels Desamparats. Fue un día inolvidable, puse mi vida en sus manos y le pedí de todo corazón que me diese su mano en el ministerio episcopal que comenzaba como arzobispo de Valencia. Confieso que he sentido su ayuda en todos los momentos. Esta Basílica, que como a mí me ha gustado llamarla era Casa de la nostra Mare y la casa de todos los valencianos, ha sido lugar de encuentro real con quienes el Señor puso a mi cuidado como pastor. Gracias, Mare de Déu, has sido amparo, guía, protectora, creadora de tantos proyectos que suscitabas en mi corazón. Te pido que me sigas ayudando; ahora volveré como peregrino y como hijo necesitado de Mare tan bona. Gracias por haberme acogido siempre y por haber percibido junto a ti, que tu Hijo Jesucristo me había enviado a esta tierra valenciana a ser padre y pastor, a cuidar de todos y conocer a todos; tu casa, es decir, esta Basílica, ha sido un lugar de conocimiento de todos tus hijos donde he podido regalar la Palabra de tu Hijo, su amor misericordioso, su perdón y alimentar a todos con ese alimento que nutre y hace a todos tener las medidas de tu Hijo, que es la Eucaristía. Gracias, Mare de Déu dels Desamparats, sigue dándome la ayuda ahora en la Archidiócesis de Madrid. No olvidaré nunca el nombre con que se dirigen a ti en Valencia. Ahora en Madrid, te llamaré de la Almudena.
Con gran afecto y mi bendición para todos los valencianos de quienes he querido ser Padre y Pastor.
Posteriormente, el sábado 4 de octubre ha tomado posesión de la sede valenciana un hijo de esta tierra, que recorrerá también en su ministerio episcopal los pasos del beato Sancha, aunque en sentido opuesto, ya que pasará de haber ocupado durante los últimos años la sede primada toledana a pastorear la diócesis valenciana.
El día 18 de abril del año 2009, venía por vez primera a visitar a la Santísima Virgen María en la advocación entrañable de Mare de Déu dels Desamparats. Fue un día inolvidable, puse mi vida en sus manos y le pedí de todo corazón que me diese su mano en el ministerio episcopal que comenzaba como arzobispo de Valencia. Confieso que he sentido su ayuda en todos los momentos. Esta Basílica, que como a mí me ha gustado llamarla era Casa de la nostra Mare y la casa de todos los valencianos, ha sido lugar de encuentro real con quienes el Señor puso a mi cuidado como pastor. Gracias, Mare de Déu, has sido amparo, guía, protectora, creadora de tantos proyectos que suscitabas en mi corazón. Te pido que me sigas ayudando; ahora volveré como peregrino y como hijo necesitado de Mare tan bona. Gracias por haberme acogido siempre y por haber percibido junto a ti, que tu Hijo Jesucristo me había enviado a esta tierra valenciana a ser padre y pastor, a cuidar de todos y conocer a todos; tu casa, es decir, esta Basílica, ha sido un lugar de conocimiento de todos tus hijos donde he podido regalar la Palabra de tu Hijo, su amor misericordioso, su perdón y alimentar a todos con ese alimento que nutre y hace a todos tener las medidas de tu Hijo, que es la Eucaristía. Gracias, Mare de Déu dels Desamparats, sigue dándome la ayuda ahora en la Archidiócesis de Madrid. No olvidaré nunca el nombre con que se dirigen a ti en Valencia. Ahora en Madrid, te llamaré de la Almudena.
Con gran afecto y mi bendición para todos los valencianos de quienes he querido ser Padre y Pastor.
Posteriormente, el sábado 4 de octubre ha tomado posesión de la sede valenciana un hijo de esta tierra, que recorrerá también en su ministerio episcopal los pasos del beato Sancha, aunque en sentido opuesto, ya que pasará de haber ocupado durante los últimos años la sede primada toledana a pastorear la diócesis valenciana.
D. Antonio Cañizares dejando su cruz pectoral a la Mare de Déu (4/10/2014) |
El cardenal Cañizares ha querido también repetir el gesto tradicional que tantos pastores han venido repitiendo en su toma de posesión al visitar la basílica de la Mare de Déu para encomendarle el inicio de su nuevo ministerio pastoral. Ha subido al camarín de la Virgen de los Desamparados para besar la mano de la patrona de Valencia y entregarle, dejándola a sus pies, la cruz pectoral que llevaba el 24 de marzo de 2006, día en el que fue creado cardenal en el primer consistorio convocado por el papa Benedicto XVI.
Tras la ofrenda ha dejado su firma en el Libro de Oro de la Basílica, que posteriormente ha leído a los presentes:
Santa María, Madre de Dios, Madre de la Iglesia, Madre nuestra, que nos fuiste dada por madre junto a la Cruz de tu Hijo, Jesús, en el mayor de los desamparos, siempre Virgen, Madre de los Desamparados, ayúdanos, acompáñanos, ampara de una manera especial a esta porción del pueblo de Dios, nuestro sólo y único Señor, que está en Valencia y que se me ha confiado por puro don de la gracia y la misericordia divina, que tú, queridísima Madre, has proclamado y cantado como nadie; vengo ante ti, y vendré siempre para confiarme a ti y a mi entrañable diócesis. Ayúdame a servir al Señor, y que como Él y como Tú, Madre querida, cuide, atienda, sirva a los desamparados, a los pobres, débiles y necesitados de amor y misericordia. Quiero ser en medio de mi pueblo siervo, esclavo del Señor, siendo siervo y esclavo tuyo, la fiel esclava del Señor, para con tu ayuda ser siervo de todos, que es lo que le agrada a Dios, con predilección por los pobres; ayúdame a que, como Santo Tomás de Villanueva, sea obispo, padre, pastor y hermano de los pobres, de los últimos; consigue de tu Hijo amado, Jesús, la sabiduría de la Cruz para anunciar y entregar el Evangelio de la alegría, el del amor sin límites de Dios que nos ama hasta el extremo. En sus manos, de Madre, me pongo. En ti confío, Madre María.
Anteriormente se había celebrado en la catedral de Valencia la Eucaristía de toma de posesión en cuya homilía ha tenido palabras para el beato Sancha, recordando su trabajo pastoral en la diócesis como impulsor del culto eucarístico e invocando su intercesión:
Hagamos de Valencia una diócesis verdaderamente eucarística como la quería San Juan de Ribera, el Beato Ciriaco María Sancha, el venerable Siervo de Dios, D. José María García Lahiguera, porque, además, así lo exige el gran regalo de la inestimable reliquia del Santo Cáliz de la Última Cena. Así será una Iglesia de los pobres y para los pobres, henchida de caridad y misericordia para con los más necesitados, verdaderamente evangelizadora, testigo y artífice de una nueva civilización del amor, de la paz y de la esperanza.
Como María, Madre de Cristo, “Mare de Déu dels Desamparats”, cantemos siempre, y especialmente hoy en esta Eucaristía nuestro "Magníficat" por la infinita misericordia que Dios ha desplegado sobre nosotros, y, al mismo tiempo, pidamos su auxilio, para que Él, para quien nada le es imposible, nos ayude a mantener siempre vivo el don que Él ha puesto en nosotros. Acudimos también a la poderosa intercesión de los santos y santas valencianas, que son tantos, entre otros: San Vicente Mártir, San Vicente Ferrer, el Beato Agnesio, el Siervo de Dios Padre Jofré, Santo Tomás de Villanueva, San Francisco de Borja, San Juan de Ribera, San Pascual Bailón, el Beato Francisco Gálvez, el Beato Ciriaco María Sancha, los Santos Mártires de la persecución religiosa del pasado siglo, Santa Teresa de Jesús Jornet, Santa María Micaela del Santísimo Sacramento, el Siervo de Dios Marcelino Olaechea, el Venerable José María García Lahiguera. Que ellos me ayuden y nos ayuden a todos en este servicio pastoral que se me ha encomendado, en el que aseguro a todos mi amor y mi entrega.
Esta tradición lleva repitiéndose cada vez que un pastor ocupa la sede valenciana, y cada ocasión no está exenta de anécdotas curiosas, como reflejan los periódicos de cada época:
Mons. García Lahiguera estampó su firma en el Libro de Oro de la Patrona con una dedicatoria que concentraba todo lo que vive un arzobispo en su toma de posesión: "Con este beso de amor que he estampado en tu mano quedo consagrado a ti de por vida y para toda la eternidad".
La tradición de regalar el pectoral a la Virgen persiste con el paso del tiempo. Según relatan las crónicas, fue muy emotivo el detalle de Victoriano Guisasola, quien obsequió a la Patrona con su anillo "una amatista de grandes dimensiones" y un pectoral "de oro y brillantes". También este gesto fue realizado por el beato Ciriaco María Sancha, como se publicó en la entrada sobre su biografía titulada "Arzobispo de Valencia (1892-1898)"
Tras la ofrenda ha dejado su firma en el Libro de Oro de la Basílica, que posteriormente ha leído a los presentes:
Santa María, Madre de Dios, Madre de la Iglesia, Madre nuestra, que nos fuiste dada por madre junto a la Cruz de tu Hijo, Jesús, en el mayor de los desamparos, siempre Virgen, Madre de los Desamparados, ayúdanos, acompáñanos, ampara de una manera especial a esta porción del pueblo de Dios, nuestro sólo y único Señor, que está en Valencia y que se me ha confiado por puro don de la gracia y la misericordia divina, que tú, queridísima Madre, has proclamado y cantado como nadie; vengo ante ti, y vendré siempre para confiarme a ti y a mi entrañable diócesis. Ayúdame a servir al Señor, y que como Él y como Tú, Madre querida, cuide, atienda, sirva a los desamparados, a los pobres, débiles y necesitados de amor y misericordia. Quiero ser en medio de mi pueblo siervo, esclavo del Señor, siendo siervo y esclavo tuyo, la fiel esclava del Señor, para con tu ayuda ser siervo de todos, que es lo que le agrada a Dios, con predilección por los pobres; ayúdame a que, como Santo Tomás de Villanueva, sea obispo, padre, pastor y hermano de los pobres, de los últimos; consigue de tu Hijo amado, Jesús, la sabiduría de la Cruz para anunciar y entregar el Evangelio de la alegría, el del amor sin límites de Dios que nos ama hasta el extremo. En sus manos, de Madre, me pongo. En ti confío, Madre María.
+ Antonio, Cardenal Cañizares.
Anteriormente se había celebrado en la catedral de Valencia la Eucaristía de toma de posesión en cuya homilía ha tenido palabras para el beato Sancha, recordando su trabajo pastoral en la diócesis como impulsor del culto eucarístico e invocando su intercesión:
Hagamos de Valencia una diócesis verdaderamente eucarística como la quería San Juan de Ribera, el Beato Ciriaco María Sancha, el venerable Siervo de Dios, D. José María García Lahiguera, porque, además, así lo exige el gran regalo de la inestimable reliquia del Santo Cáliz de la Última Cena. Así será una Iglesia de los pobres y para los pobres, henchida de caridad y misericordia para con los más necesitados, verdaderamente evangelizadora, testigo y artífice de una nueva civilización del amor, de la paz y de la esperanza.
Como María, Madre de Cristo, “Mare de Déu dels Desamparats”, cantemos siempre, y especialmente hoy en esta Eucaristía nuestro "Magníficat" por la infinita misericordia que Dios ha desplegado sobre nosotros, y, al mismo tiempo, pidamos su auxilio, para que Él, para quien nada le es imposible, nos ayude a mantener siempre vivo el don que Él ha puesto en nosotros. Acudimos también a la poderosa intercesión de los santos y santas valencianas, que son tantos, entre otros: San Vicente Mártir, San Vicente Ferrer, el Beato Agnesio, el Siervo de Dios Padre Jofré, Santo Tomás de Villanueva, San Francisco de Borja, San Juan de Ribera, San Pascual Bailón, el Beato Francisco Gálvez, el Beato Ciriaco María Sancha, los Santos Mártires de la persecución religiosa del pasado siglo, Santa Teresa de Jesús Jornet, Santa María Micaela del Santísimo Sacramento, el Siervo de Dios Marcelino Olaechea, el Venerable José María García Lahiguera. Que ellos me ayuden y nos ayuden a todos en este servicio pastoral que se me ha encomendado, en el que aseguro a todos mi amor y mi entrega.
Esta tradición lleva repitiéndose cada vez que un pastor ocupa la sede valenciana, y cada ocasión no está exenta de anécdotas curiosas, como reflejan los periódicos de cada época:
Mons. García Lahiguera estampó su firma en el Libro de Oro de la Patrona con una dedicatoria que concentraba todo lo que vive un arzobispo en su toma de posesión: "Con este beso de amor que he estampado en tu mano quedo consagrado a ti de por vida y para toda la eternidad".
La tradición de regalar el pectoral a la Virgen persiste con el paso del tiempo. Según relatan las crónicas, fue muy emotivo el detalle de Victoriano Guisasola, quien obsequió a la Patrona con su anillo "una amatista de grandes dimensiones" y un pectoral "de oro y brillantes". También este gesto fue realizado por el beato Ciriaco María Sancha, como se publicó en la entrada sobre su biografía titulada "Arzobispo de Valencia (1892-1898)"