Un gozo muy grande sentimos todos cuantos, de una u otra manera, nos hemos acercado al cardenal Sancha. Es la alegría de verle beatificado -justo en el primer centenario de su muerte- tras varios años de trabajo sobre una intensa vida de servicio a la Iglesia y a la sociedad.
Gracias a Dios hay santos. Los santos son nuestros hermanos mayores en la familia de Dios, que quiere tomarnos de la mano para llevarnos por el mundo y nos dice: Si éste o aquélla lo han logrado, ¿por qué tú no? Un santo no es, sin embargo, un superhombre: el santo es un hombre real, porque sigue a Dios y, en consecuencia, al ideal por el que fue creado su corazón y del que está hecho su destino. Por ello, cuando uno conoce al cardenal Sancha, ¡qué diversidad encontramos entre el mero héroe y el santo cristiano! Merece la pena que conozcamos al cardenal Sancha. Modelo de sacerdotes, con su vida y su palabra orientó hacia la santidad a muchas almas. El secreto de tan desbordante actividad estaba, además de su inteligencia y preparación, en su amor a Cristo y a su Iglesia, en una perfecta sintonía con el Papa. Es una gracia muy especial para la Iglesia en España que sea beatificado y pueda servir como modelo e intercesor.
+ Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Toledo, Primado de España