Obispo residencial de Ávila (1882-1886)


El obispo de Ávila que inmediatamente precede a Sancha se llama José Sánchez Carrascosa, nacido en Manzanares (Ciudad Real) en noviembre de 1823. Por razones de enfermedad, presentó su dimisión a la Santa Sede el l5 de noviembre de 1881.

Con anterioridad a esta decisión, y previéndola, el nuncio en España, Angelo Bianchi, había comunicado al secretario de Estado de Su Santidad que "para la diócesis de Ávila será presentado el óptimo obispo auxiliar del cardenal arzobispo de Toledo". Posteriormente, en carta de 6 de julio de 1881, el mismo Nuncio dice: "En verdad que no se puede sugerir para aquella diócesis (Ávila) mejor sujeto. Mons. Ciriaco Sancha Hervás ha dado pruebas evidentes de su saber, de su prudencia, de su ejemplarísima conducta, de su piedad, de su celo y de su sincera devoción y adhesión a la Santa Sede y a la augusta persona del santo padre". El día 27 de marzo de l882, Su Santidad el papa León III le nombra obispo de Ávila.

En el Boletín Diocesano del día l3 de mayo de 1882, bajo el epígrafe "Interesante", se comunica a la diócesis el nombramiento del nuevo obispo: "Tenemos la gratísima satisfacción de comunicar a nuestros lectores, que el Excmo. e Ilmo. Señor Don Ciriaco Sancha, obispo de Areópolis y Auxiliar de Toledo, fue preconizado para esta Diócesis de Ávila, en el consistorio de marzo de este año… Decir quién es el Excmo. e Ilmo. Sr. Sancha, lo creemos innecesario, porque su nombre es muy conocido y respetado. Por otra parte, somos enemigos de toda clase de elogios, porque creemos que las obras son las que dan testimonio de lo que valen los hombres; y así, sólo nos atrevemos a decir la clero, comunidades religiosas y a los fieles todos, esperen confiadamente que han de bendecir muchas veces a Dios por el digno prelado que ha elegido para ocupar la Silla de San Segundo…"

El nuevo obispo tomó posesión del obispado, mediante poder otorgado al deán de la catedral, don Joaquín Ocaña, el l9 junio de 1882. El día 26 del mismo mes y año llegó a Ávila. Salieron a recibirle a la estación de Navalperal el Gobernador Eclesiástico, comisiones del cabildo catedral, clero parroquial… En la estación de Ávila, donde entraba el tren a las doce veinte de la mañana, le esperaban las autoridades civiles y otras muchas personas, que le acompañaron a la Catedral, donde rezó ante el Santísimo Sacramento. Seguidamente, se dirigió al palacio episcopal. El 29, fiesta de San Pedro, a las cinco de la tarde, tuvo lugar la entrada solemne del nuevo obispo en la Diócesis, tomando posesión de la misma realizando los actos previstos por la Iglesia para estas ocasiones. Se hallaba presente "una extraordinaria muchedumbre, que llenaba el espacioso templo y sus inmediaciones", según relata la crónica del Boletín diocesano del l0 de julio de l882. Inmediatamente, poseído como estaba por el celo de la gloria de Dios y bien de las almas, comienza su trabajo.

Con fecha 20 de diciembre hace público un edicto por el que queda abierta la visita pastorald "bajo la protección y amparo del glorioso patrono san Segundo, de nuestra gloriosa madre la gran Santa Teresa de Jesús y del portentoso extático San Juan de la Cruz…"

Por oficio de 12 de enero de 1883 comunica al cabildo que el 15 comenzaría la visita por la catedral… Al comenzar la visita encontró algunas dificultades imprevistas y tardó en llevarla a cabo bastante más tiempo de lo calculado. Hacía muchos años que los obispos no hacían la visita pastoral a la catedral.

En los años l883-1884 el nuevo obispo visita con orden, eficacia, celo de gran apóstol y generosidad sin límites, prácticamente toda la extensa diócesis de Ávila. Por sus propios escritos, sobre todo por las cartas, firmadas en cualquier localidad o pueblecito, podemos seguir la cronología de la visita, trabajos, penalidades y grandes satisfacciones espirituales.

Por ejemplo, desde el Real de San Vicente (Toledo), entonces de la diócesis de Ávila, el 17 de junio de l884: "Mi salud es mejor de la que yo merezco y veo visiblemente la gracia de Dios sobre mí, sin la cual no podría soportar los penosos trabajos de la visita. Ayer, después de tres leguas de camino pésimo a caballo, estuve predicando cinco cuartos de hora, seguidamente confirmé a unos 500 fieles, y a pesar de eso no me sentía cansado. Durante la noche no he podido descansar mucho, porque sobre el jergón de la cama habían puesto dos colchones mucho más anchos que el jergón y advertía durmiendo que me caía de la cama… Pero la noche ya pasó y el cuerpo está en disposición de seguir trabajando para la mayor gloria de Dios".

En otra carta, después de referirse a las duras condiciones en que durante la visita le toca viajar y vivir, escribe: "Todas esas privaciones soportadas por amor de Dios, y aceptadas con la consideración de que con ellas se hace mucho bien a las almas, y se cumple con un deber principalísimo del cargo episcopal, sirven de gran consuelo y mitigan y hasta dulcifican el sufrimiento que de suyo suelen producir".

El 20 de noviembre de l885 escribe al nuncio: "He hecho la visita, excepto a una tercera parte de la diócesis que aún me queda por visitar; tenía pensado hacerla en el verano y otoño de este año, pero no fue posible a causa de la peste asiática que afectó a algunas parroquias de la diócesis y a las que me creí obligado visitar, dada la gran penuria de sacerdotes, para consolar a los enfermos y remediar sus necesidades espirituales y materiales". Sancha quiere aclarar al Nuncio que, a pesar de lo que se ha publicado, él no ha contraído el mal, aunque en Madrigal se encontró algo indispuesto por lo que algunos dijeron que estaba afectado por el cólera en Madrigal… Con motivo de la peste, visitó expresamente cinco localidades, entre ellas El Gordo (Cáceres).

También apenas llegado a la diócesis, pone manos a la obra de promocionar vocaciones, crea becas, busca medios económicos bajo la protección de San Juan de la Cruz para ayudar a los seminaristas, dispone que la apertura del curso l882-l884 se efectúe con toda solemnidad… En un comentario del Boletín Eclesiástico del año l882 leemos: "Comprendiendo muy bien nuestro celoso prelado que si necesario es procurar que los seminaristas adquieran la instrucción que el cargo pastoral y las circunstancias exigen, no lo es menos que se formen eclesiásticos virtuosos para que con su buena conducta confirmen lo mismo que han de predicar y edifiquen a los pueblos, ha dispuesto que el director espiritual se consagre sólo y exclusivamente a la educación moral de los jóvenes seminaristas".

En Circular firmada por el obispo el 31 de agosto de l882, hace saber que "ha creado en el seminario una Segunda sección de alumnos internos bajo doce condiciones…", todas ellas muy importantes y de carácter eminentemente práctico. Es una normativa dirigida a ir haciendo realidad en la diócesis un verdadero proyecto de seminario, donde el ideal sacerdotal pudiera encarnarse en los alumnos.

Es mucho lo que acerca de la ayuda y defensa de los sacerdotes por parte del obispo Sancha se podría escribir. Basten algunos datos. En carta a doña Luisa Fernández Barbot, futura abadesa de la Trapa de Tiñosillos, escribe meses después de tomar posesión de la diócesis: "Aunque tengo la cabeza como atormentada después de los ejercicios del clero dos días seguidos, haberle hecho esta tarde una plática larga sobre sus deberes, y tomado después chocolate con 200 sacerdotes, y oídas todas sus cuitas y consultas, sin embargo pongo a usted estas cuatro líneas".

Llevado del amor a los sacerdotes, por Cristo y en Cristo, tomó muchas iniciativas y compromisos. Una de sus obras fue la creación en los locales del palacio episcopal una Casa de Retiro. Con fecha l4 de enero de 1883, el secretario del obispado, Marcelino Hidalgo, publica, firmada por él, la siguiente nota en el Boletín Eclesiástico del 20 enero: "Habiendo considerado el Ecmo. e Ilmo. Sr. Obispo la gran conveniencia de una Casa de Retiro, donde puedan hospedarse los sacerdotes de la diócesis que gusten hacerlo al venir a esta ciudad para diligencias propias, evitando así los inconvenientes que para ellos ofrecen las posadas y fondas, cuya casa pudiera servir también para los párrocos jubilados, para los ancianos y para los que estén impedidos para ejercer su Ministerio, ha dispuesto destinar interinamente con este laudable fin las habitaciones del piso alto que dan a la plaza de santo Tomás y se sirven por puerta independiente que sale a la misma plaza; y estando ya modestamente preparadas para poderse habitar en ellas, se anuncia así al Clero de la Diócesis de orden de S.E.Ilma. para los fines convenientes". Seguidamente, se comunica que ha sido nombrado Prefecto de la Casa el presbítero don Félix Campo, que vive ya en ella y al que pueden dirigirse los sacerdotes.

Insiste de forma firme, pero al mismo tiempo paternal y paciente en que los sacerdotes cumplan en todos los sentidos la disposiciones de la Iglesia, y él está presente siempre que algún sacerdote es sometido a algún tipo de ofensa por parte de autoridades o simples ciudadanos.

Cuando el obispo Sancha llega a Ávila, se está celebrando el Tercer Centenario de la muerte de Santa Teresa de Jesús. Inmediatamente se integra en él asumiendo toda la responsabilidad que, como obispo consciente de la importancia del evento, entiende que le corresponde. Anima a cuantos están haciendo algo por el Centenario a seguir adelante con gran entusiasmo y devoción.

En el Boletín del obispado del 2 de septiembre de l882 leemos la siguiente nota: "La Junta de damas de la ciudad, presidida por la Excma. Señora Doña Amalia Orozco de Albornoz, está mostrando una gran actividad con el fin de arbitrar y reunir fondos para celebrar el centenario de Santa Teresa. Las señoras todas que forman la Junta, devotas fervorosas de la Santa, trabajan con una perseverancia digna del mayor elogio para realizar tan cristiano fin".

Promueve peregrinaciones de parroquias y arciprestazgos a Ávila. Con este motivo la diócesis entera se mueve o conmueve en torno a la gran Santa. Viene andando, en carros, en caballerías…Algunos, como los feligreses de Las Berlinas, vuelven en procesión, presididos por una imagen de San Teresa adquirida en Ávila…

Haciendo la visita pastoral en Madrigal, revive la noticia de que han robado una mano de la imagen de Santa Teresa. Con este motivo, allí mismo escribe una breve pastoral sobre el "sacrílego hecho". Es un escrito lleno de dolor, asombro, santa indignación, llamada a la reparación, alusión a las raíces ideológicas que puede motivar este triste suceso…

Expresamente el venerable obispo se refiere en esta carta a don Enrique de Ossó (hoy, San Enrique de Ossó) con las siguientes palabras: "Con el fin de reemplazar esta (mano), por iniciativa del virtuoso sacerdote don Enrique de Ossó, consagrada con laudable celo hace muchos años a promover el culto y devoción a la Seráfica Teresa, se abrió una suscripción en la Revista Teresiana, y su éxito, bendecido por Dios, no ha podido ser más feliz…Dicha suscripción ha dado como resultado los recursos suficientes para costear una mano de oro puro, cuyo peso es de dos libras y media". El citado y santo sacerdote, en el marco de una importante peregrinación, entrega el l5 de octubre la citada mano en el convento de la Santa, de Ávila.

Otro proyecto del obispo, conocedor y amante como pocos de la Santa, fue el de levantar en los Cuatro Postes una capilla en su honor. Leemos en el Boletín de la diócesis del l5 de marzo de 1884: "Se han recibido los planos de la hermosa Capilla, que se trata de construir en los Cuatro Postes, en honor de nuestra Santa Madre, la gran Teresa de Jesús, para señalar el sucedo de su vida, que conserva la tradición, según la cala fue en aquel punto donde la alcanzó su tío, cuando la santa todavía niña se dirigía a tierra de moros abrasada por el amor y el deseo de padecer el martirio por la Fe".

En el Boletín del 13 de febrero de 1886 : "Nuestro Excmo. Prelado, persistiendo en el laudable pensamiento de edificar algunas capillas con el fin de que sean testimonio permanente de los principales actos de la vida de Santa teresa en su ciudad natal…El número de capillas que hay que edificar son diez y seis…". Se solicitan medios y personas que quieran construirlas en régimen de Patronato, indicando el precio de catorce sería el de 3.000 ptas. cada una, mientras que las otras dos más grandes y de mejor calidad costarían 10.000 ptas.

En Ávila no fue ajeno al desarrollo de los acontecimientos sociales y políticos nacionales, en los que luchó por la independencia de la Iglesia frente a las ingerencias del poder civil. Sancha manifestó su preocupación por uno de los problemas centrales que angustiaban a la Iglesia española de su tiempo: la maltrecha unidad de los católicos. El pensamiento, los escritos y actividades del obispo de Ávila (al igual que toda su vida anterior y posterior) están marcadas por la dimensión social del cristianismo, la comprometida y eficiente caridad social… Por eso, se entendió tan perfectamente a León XII y puede ser considerado uno de los creadores del movimiento social cristiano de los tiempos modernos…

Durante estos años se produjo un hecho que vino a zarandear la tranquila vida de don Ciriaco María en la diócesis abulense: Miguel Morayta –catedrático de Historia y reconocido masón– con motivo de la apertura de curso en la Universidad Central de Madrid (1884), pronunciaba una polémica lección inaugural que propició una carta pastoral de don Ciriaco María; carta que fue secundada por varios obispos en sus respectivas diócesis y que provocaría diversos incidentes universitarios en la capital.

Parte de sus escritos y su actividad está vertida hacia el bien de los demás. Por ello promueve y alienta el Patronato de Obreros de Santa Teresa. Leemos en el Boletín del Obispado: "El Patronato de Obreros de Santa Teresa celebrará Junta General el día 14 de actual (febrero de l886) a las seis de la tarde en los salones del Palacio Episcopal, y la presidirá nuestro Prelado. Siendo esta obra de tanto interés en nuestros días, por estar encaminada a la educación moral y científica de las clases trabajadoras, recomendamos la asistencia a todas las personas que deseen prestarse colaborando en esta tarea"

En Ávila pasaría seis años hasta que en 1886 fue preconizado Arzobispo de Santiago de Compostela, diócesis que nunca llegó a ocupar.